Aquellas maravillosas motos: prueba Suzuki GSX-R 750 (conducción)

Aquellas maravillosas motos: prueba Suzuki GSX-R 750 (conducción)
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Con muchas ganas pero también con mucho respeto nos acercamos a la Suzuki GSX-R 750 que, imponente, se alzaba ante nosotros. Hablamos de una deportiva de las de vedad, de la antigua usanza, con un carenado envolvente (no tres plásticos angulosos adheridos al motor), y una trasera de la vieja escuela tal y como nos gusta a muchos de nosotros.

Aunque los laterales se han intentado que estén los más cerca posible del chasis, no hubo más remedio que ahuevarlo en la parte inferior. El SACS no es un motor ni ligero ni pequeño, y eso se nota en ambos laterales. También vemos que es una deportiva sin concesiones. En 1990, si querías algo cómodo te comprabas una Suzuki GN250. Mucho me temía que no se iba a llevar bien con un piloto de mi tamaño.

Suzuki GSX-R 750, la postura de la "rana"

Suzuki GSX-R 750

Alzamos la pierna por encima del colín monoplaza de la Suzuki GSX-R 750 y nos sentamos en su asiento. Pero algo ocurre y este no está donde esperaríamos sino bajo, bastante más abajo que en una deportiva moderna. Para que os hagáis una idea, éste se encuentra por debajo de los 800 mm, concretamente a 790 mm de altura mientras que una GSX-R 750 actual está más alta, a 810 mm del suelo. Son 20 mm peso se nota que no vas con el culo levantado.

Es el momento de agarrarse al manillar que está bajo y alejado. Además te obliga a poner las manos muy juntas y ya estoy pensando si en cuanto lleve la dirección a los extremos, perderé la capacidad para siempre de pinzar cuando aplaste mis pulgares contra el depósito.

Damos vida al propulsor, que ronronea como un corderito aunque sabemos que hay un lobo debajo. El ralentí está un poco alto pero no por ellos llega hasta nosotros sin casi vibraciones. Metemos primera, que engrana con suavidad y recorremos los primeros metros buscando la posición de los pies en los estribos, que están... están... ¿dónde mi madre están?

Es la segunda vez que tenemos que mirar hacia abajo para encontrar las estriberas en una moto. Me pasó hace años, sobre una Harley-Davidson que tras ponerme en marcha, buscaba desesperadamente la palanca de cambio y no estaba, hasta que al mirar para los pies observé con cierta sorpresa que estaba apoyado en las estriberas del pasajero y no en las del conductor, mucho más adelantadas.

Suzuki GSX-R 750

En este caso ocurre lo contrario y las estriberas están, así a ojo, un poco más atrás que el eje de la rueda trasera. Atinamos a colocarlos e inmediatamente adoptamos una postura lo más próxima a una rana que recordamos. El culo está bajo y aunque nos daba la impresión de que las manos estaban bajas, ya colocado están relativamente altas. Nuestras rodillas, muy flexionadas se tienen que abrir para abrazar (o mejor dicho apiernar) el motor y los pies están atrás y encima arriba. ¿Pero quién en su sano juicio querría una moto con esa postura? Ah, sí, un tal Kevin Schwantz seguramente. Vale, no digo nada. Pero el es bajito...

Los primeros kilómetros, unos pocos, son por ciudad. Por suerte el SACS es un viejo conocido para mi que tuve una Suzuki GSX-F 600 del 2001, y conozco su suavidad. Al momento constato que casi diez años antes, ya eran así de suaves y te permiten rodar en segunda, casi muerto de revoluciones sin tirones ni quejas por su parte. Pero por otro lado, lo que no va tan bien al menos en el primer momento y hasta habituarme, es el freno delantero, agravado por las pastillas que están en las últimas. Aunque luego, en carretera comprobaremos que tampoco frenaba tan mal como pensábamos.

Ya en zona de curvas, la Suzuki GSX-R 750 sorprende por sus buenos medios, contundentes. Se nota llena y te permite conducir relajado sin tener que jugar casi nada con el cambio a no ser que quieras ir rápido pero, hay que reconocer que llevando una moto de este tipo, el término ir rápido cobra otro sentido mucho más puro y no hace falta ni aproximarse al los límites de una moto de las de ahora para disfrutar.

Suzuki GSX-R 750, la diferencia entre antes y ahora es el poder sentir

Suzuki GSX-R 750

Ayer en los comentarios decían nuestros lectores que para ir rápido, se va con una deportiva moderna. Es lógico, si no menudos ingenieros que no mejoraran algo 25 años después. Pero aunque ahora sean más ligeras, más efectivas, más cómodas, con mejores frenos y suspensiones, han perdido el alma. Y es algo que constato cada vez que me subo a una moto con más de 15 años a la espalda.

Una moto como esta Suzuki GSX-R 750 de 1990 te cuenta cosas que las de ahora no te dicen. Y conectas con ellas como no lo haces con una actual. Se pone nerviosa cuando tu te pones nervioso, se divierte a la vez que tu, te cuenta cada detalle de lo que ella siente o ve a través de tus manos, tus pies y tus posaderas. Sin filtros, sin engaños, con la mayor sinceridad.

Avivamos el ritmo hasta un margen que consideramos seguro para rodar con una moto como esta que tan amablemente nos han dejado. Empezamos entonces a notar que no es una moto que le guste entrar en curvas y hay que hacer verdadera fuerza con todo el cuerpo, no sólo con los semimanillares, para que entre en el momento que tú quieres. Pero una vez que estás en la curva, la moto va literalmente sobre raíles. Increíble el aplomo y la confianza que te da en curvas rápidas o de inclinación sostenida.

A medida que nos divertimos con ella, también le buscamos las cosquillas al tetracilíndrico. Lleno en la parte media, estalla sobre las 8.500 vueltas más o menos hasta pasadas las 12.000 vueltas, donde los números ya se ponen en rojo al igual que la cara de Sergio si fuese tan osado de llevarla al corte como un capullo tío falta de profesionalidad y respeto con las motos.

Suzuki GSX-R 750

Allí arriba aúlla como el lobo que sabía que encontraríamos y empuja un montón. La carburación en un motor es milagroso y aunque con el cronómetro en mano empuje menos que uno de inyección, reacciona con mayor intensidad y lo agradecemos de la mejor forma que sabemos, con una enorme sonrisa debajo del casco.

A medida que pasan los kilómetros constatamos que la posición es realmente cansada, y las muñecas empiezan a pasarnos factura. Además las posibilidades que tengo de moverme a los mandos de la Suzuki GSX-R 750 son nulos. Creo que estoy en la misma posición que cuando salí hace 35 kilómetros. Como para que me hubiese pillado un huev.. pelo de la pierna. Por el contrario el carenado nos protege más que bien, tanto las piernas como la cabeza.

Antes de acabar, querría haceros una confesión ya que ayer hablaba de que se tiende a mitificar las motos antiguas como indomables, bruscas, para machotes... Pero tras probar ya varias y además, haberlo comentado con otros compañeros, creo que no es del todo cierto. Seguro que hay alguna mala bestia por la carretera, pero la gran mayoría son motos con las que se puede ir rápido sin problemas, y que incluso perdonan fallos como las de ahora.

El único punto que veo es que hace 25 años, ni los neumáticos eran tan buenos como los que existen ahora, ni el asfalto, ni el mantenimiento de las carreteras, etc. Y eso son factores muy a tener en cuenta, es cierto, pero aquí no hablamos de eso sino de la moto y su diseño. Y en la mayoría de las ocasiones, no intentarán matarte siempre y cuando estén, como en este caso, tan cuidadas y mimadas.

Continuará...

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